A raíz de una breve publicación sobre el tema que había realizado en este mismo blog, fui invitada a participar con un texto sobre el tema.
Dejo la copia del texto enviado.
La importancia del uso de la
letra cursiva como una modalidad cultural de sentirnos humanos, de integrar lo
afectivo en el acto de escribir parece estarse perdiendo actualmente, si bien
los profesionales de la comunicación tienen claro el poder de este formato y
así lo plasman en las tarjetas de invitación, por ejemplo, donde generalmente
el Los esperamos o No faltes final, están en formato de
cursiva; otro tanto ocurre con los afiches promocionales de bailes o
espectáculos artísticos o con los folletos de campañas publicitarias.
La letra cursiva nos muestra como
seres humanos únicos, pues aunque se sigan los lineamientos generales de los
trazados, cada uno le da su impronta personal; por ello se hacen estudios
(grafología) que permiten identificar rasgos de personalidad o de situación
anímica a través de los trazados de la letra. En este sentido una carta de amor
o una tarjeta de saludo no surten el mismo impacto escritas en imprenta o a
máquina que escritas en cursiva, pues en este caso es como recibir una parte
del otro mientras que en el primero no se sabe si fue realmente el remitente
quien dedicó para nosotros esos minutos de escribir el texto y expresar lo que
siente que se convierten en una forma de estar con nosotros. Solo quienes están
cegados por el consumismo pueden llegar a ver como “mejor” en estos casos la
tarjeta comprada con el mensaje ya impreso o la carta impresa desde la
computadora, pues le ponen precio a lo que valoran y por tanto desconocen el
verdadero valor de los sentimientos.
Para los investigadores que trabajan con
documentos escritos es realmente una satisfacción poder leer textos escritos en
cursiva por quienes aparecen como sus autores, los borradores de un poeta o de
un narrador, por ejemplo.
En el mundo del trabajo, escribir
en cursiva una carta de motivación, agrega un plus al currículum del aspirante
a trabajador pues lo muestra competente en una forma de comunicación básica en
la sociedad. En muchos caso puede llegar a ser requisito indispensable.
En educación, según lo reconocen
los especialistas, la cursiva implica procesos superiores pues se observa que
las primeras escrituras en el nivel tres años de Educación Inicial están
indicadas en imprenta mayúscula en los programas respectivos, en primer año de
Primaria se introducirá la letra cursiva y en los programas de Idioma Español
en Secundaria esta es obligatoria. Por otra parte en las tolerancias
establecidas para alumnos de Secundaria con aval de equipo técnico
multidisciplinario se autoriza el uso de letra imprenta o la escritura
exclusivamente a través de la computadora, por excepción, a los alumnos que
manifiesten dificultades que así lo ameriten.
La escritura en cursiva también
ayuda a identificar las palabras al dar a cada una un bloque continuo y,
convenientemente ejercitada, permite una escritura más rápida por no requerir
tiempo entre letra y letra. En este sentido, además, favorece la ortografía,
muchas personas avezadas en el uso de la cursiva, ante una duda con la
ortografía escriben la palabra porque
sienten que “la mano me lleva”; en este caso lo motriz se suma como recurso a
lo visual.
Los maestros somos los depositarios de este saber a quienes la sociedad confía su traspaso a las generaciones de niños que se nos llegan para su instrucción. Aprender a escribir en cursiva supone un ejercicio psicomotriz importante, requiere coordinación óculo-manual y dominio de la motricidad fina y debe ser enseñado y ejercitado sistemáticamente para que el estudiante pueda apropiarse de su técnica.
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